Pedro Figari, mas conocido como pintor de "escenas costumbristas", no solo excede esa descripción pictótica, sino que podría ser considerado una suerte de Leonardo Da Vinci uruguayo: doctor en leyes que promovió la modernización legislativa del país oriental, diseñador de muebles de trabajo y de ocio, Director de la Escuela Nacional de Artes y oficios, pensador, político, altruísta. Un ser sensible y heredero de la humanidad mas progresista del siglo XIX, en los comienzos del XX. Con mucha lucidez, su lenguaje es otro ejemplo del trabajo en "la resta", lo cual no está en conflicto con lo diverso de sus intereses.Operación que Borges estableció con el lenguaje verbal de este lado del Río. La resta como respuesta a la sumatoria innecesaria, creadora de monstruos. A los cuadros del Doctor Figari no hace falta añadirle "uruguayo", según los abusos nacionalistas en boga. No solo lo son fatalmente, sino que son mucho mas que el orgullo provinciano de semejante adjetivo delimitante. Figari es universal y, a la vez, fatalmente local, como lodo lo digno de perdurar, y quizá mas universal cuanto mas sinceramente local y sin énfasis se despliega.
En sus cuadros se pueden encontrar algunas cosas interesantes algunas simetrías y algunos aportes: en principio, el Arbol- Ombú- ocupa en su obra el lugar del Paraíso en la terraza. Mas bien, el Paraíso ocupa en La Terraza el lugar que el´Ombú ocupa en la obra de Figari. La presencia tutelar es la misma. Debajo de tal presencia innegable, se despliega lo que no deja de ser otra forma del Círculo de Voces, del Círculo de Tambores, de los cuerpos en movimiento, de la danza, la melodía y la polirritmia: con el Candombe aparece lo africano en América del Sur, aquello que no prosperó al oeste del Río y si al este, lo que en esta orilla se perdió en algún momento de la historia y que el Círculo de Voces intenta de algún modo también traer de nuevo y esparcir. De eso trata el Círculo. El Candombe es tan protagonista su obra, como el Círculo de Voces lo es en la Terraza, y viceversa. La escena, es la misma, ciento y tantos años después, sin negros, ni galeras, ni mazamorra, sin fracs. El ocre, el rosado y el azul confirman la referencia. La paleta, no por nada, es la misma.
Hay paredes contenedoras del espacio, pero casi siempre abiertas al espacio nocturno, desde el espacio equivalente de Patio. Se hace presente aquello del "Cielo encauzado". La Noche y la Luna. Poder disfrutar der esas presencias en el espacio doméstico contenido dentro de una ciudad posmoderna, no deja de ser un lujo.
En el último ejemplo de su pintura, puede verse al fondo una cuadrícula de útil aplicación a alguna superficie de la Terraza, al efecto incluír lo africano con patrones rítmicos de tamaño y color. Lo "espiritual Hindú" aparece en La Terraza por medio de la imagen, con la notable inclusión por parte de Marcelo al configurar su mural, de dos siluetas rioplantenses circundando el Mandala. Eso que vemos en Figari, aparece, increíblemente, en La Terraza.
Fantaseando a futuro, imagino que en la descomposición del vestuario de los personajes femeninos de Figari, hay un punto de partida para el diseño de vestuario alguna posible performance. Time will say.
Fantaseando a futuro, imagino que en la descomposición del vestuario de los personajes femeninos de Figari, hay un punto de partida para el diseño de vestuario alguna posible performance. Time will say.
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